Icono de la Virgen Katafyghe y San Juan Teólogo


NOMBRE :: Icono bifaz de la "Virgen Katafyghe y San Juan Teólogo", también conocido como "Virgen del Refugio y San Juan Evangelista"

TÉCNICA :: Temple sobre tabla

AÑO :: 1395

PROCEDENCIA :: Su origen lo encontramos en el Monasterio de Pogonovo, aunque actualmente se puede observar en la Galeria Nacional de Arte de Sofía (Bulgaria).



HISTORIA :: Esta iconografía, muy poco frecuente, representa a la Virgen tras la muerte de su Hijo. Según cuenta el Evangelio, fue confiada a los cuidados del evangelista Juan.

El estilo de las figuras, y su monumentalidad, adscriben este icono al estilo de los Paleólogos, la última dinastía bizantina que reino en Constantinopla hasta la ocupación turca de 1453. María y Juan han sido representados evocando su presencia junto a la Cruz, escuchando las ultimas palabras de Jesús, su testamento: “Mujer, ahí tienes a tu hijo … hijo ahí tienes a tu madre”. María envuelta de pies a cabeza en su precioso maphorion azul, apoya su rostro dolorido en una mano cubierta. Las estrellas de su virginidad brillan en su cabeza y su hombro izquierdo. El borde del manto presenta finos ribetes de oro. Bajo las cejas juntas, la mirada de la Virgen se dirige al discípulo. Juan viste un manto de complicados pliegues, que refleja una luz intensamente blanca. El manto, llamado clámide, anudado en un lado, cae del hombro y deja ver una túnica, denominada quitón, con una franja naranja, llamado clavio que sobresale entre el vuelo. El rostro de Juan se inclina hacia María, pero mira al espectador implicándolo en la gran responsabilidad que pesa sobre él: alojar en su casa a la Theotokos, la Madre de Dios. Las facciones de María y Juan (llamados a ser Madre e hijo), de luces y sombras muy marcadas, convierten este icono en una verdadera obra maestra.

Este icono fue ofrecido por la emperatriz bizantina Elena, cuyo nombre figura sobre el fondo entre los dos personajes, a instancias de su padre, al monasterio de San Juan el Teólogo situado cerca de la población de Pogonovo. Fue un suntuoso regalo que no se debía al zar, puesto que antes de su matrimonio la emperatriz Elena fue, con su padre, la fundadora del monasterio. Donó el icono en ocasión de la muerte de su padre ocurrido en el año 1395, en la lucha contra los turcos de Valaquia. Elena era la esposa del emperador Manuel II paleólogo, la hija del príncipe local Constantino Dejanov y la nieta del zar Iván Alejandro.

El original es un icono bifaz, en la cara anterior figuran los personajes de la Virgen y el patrón del monasterio, san Juan Evangelista, y en la cara posterior, una reproducción del mosaico del ábside de la iglesia del Cristo Latone de Salónica. La composición de la cara anterior deja una impresión imborrable. Las siluetas alargadas ligeramente vueltas hacia la derecha y aproximadas por el gracioso movimiento de las cabezas que se inclinan la una hacia la otra. Las actitudes apacibles y el movimiento de los rostros reflejan la serenidad en la aflicción; lo perfecto de la factura, el tono calido de la carnación y el noble drapeado de los ropajes son obra de un gran maestro que representa el apogeo del estilo Paleólogo.

Esta imagen de la Virgen ofrece una analogía muy marcada con la de otro icono bifaz del siglo XIV, ejecutado por un artista de Salónica y conservado en el Museo Bizantino de Atenas bajo la denominación de La Crucifixión.

“Jesús, viendo a su Madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su Madre: Mujer, ahí tienes a tu Hijo. Luego dice al discípulo: ahí tienes a tu Madre. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.” (Evangelio de Juan, capitulo 19; versículos del 26 al 27)


BIBLIOGRAFIA

+ Tradigo, Alfredo. Iconos y santos de oriente, Ed. electa, Milán (2004). Página 209

1 comentario:

Anónimo dijo...

Saludos.
Le escribo para hacerle efectiva la invitación a mi blog.
En él inserto un artículo en el que advierto a todos los que quieran leerlo lo que me ocurrió con el Santander Central Hispano. Yo caí… hasta cierto punto, en el engaño. Pero al menos mi experiencia valdrá para que otros no sigan mi camino.
La verdad, nunca aguanté la mentira.
Sobra decir que siempre que lo desee será bien recibido en mi humilde espacio virtual.
Un abrazo desde Gran Canaria.